Tuesday, 29 January 2013

Mama Amable



Viva Zapata!!, era lo que ella escuchaba en su niñez. Creció dentro de esa convulsión de ideas, las cuales siguen gritando los Chiapanecos, en estos tiempos. Ella contaba haber escuchado como la Virgen de su pueblo los defendía. La Virgen protegía a su pueblo, pues el rio que estaba a la entrada había crecido impidiendo así el paso de cualquier extraño al pueblo. Lo único que se podía ver era una señora bañándose a medio rio, era la virgen, la patrona de Mazatán.
 
Mazatán, lugar donde ella nació, pueblo que pertenece al estado de Chiapas. Era el mes de Julio 29 1904. Cipriano Palacios se presento al registro del estado civil donde compareció y presento una niña viva nacida en su casa de habitación a la cual le puso el nombre de Amable. La que era hija legitima del exponente y de su esposa Belisaria Damián.

La niña presentada era nieta por la línea paterna del ciudadano Blas Palacios y la señora Alejandra Vásquez originaria de Tuxtla Gutiérrez y por la línea materna de Daniel Moya y la señora Alejandra Damián.

Tuvo por hermanos a: Dominga, Eugenio, Isaías, Porfirio y Guadalupe.

Su infancia fue feliz, sencilla y rodeada del calor familiar. Ella disfrutaba visitando un terreno plantado de cacao al que ella llamo el caotal. Dentro del cual con fervor religioso rezaba oraciones para que este siempre diera fruto. Contaba como ella disfrutaba cuando su padre Cipriano regresaba a casa procedente del mar con conchas, caracoles, camarones y pescado. Vivía con intensidad todos los momentos de su vida.

A corta edad perdió a su padre en forma dramática, le ataco la peste bubónica y hubo que deshacerse del cadáver de forma rápida para evitar el contagio. Esto deja mucha tristeza imborrable en su vida. Pero como niña que era pasa de a tristeza a la alegría, habla de sus hermanos, Dominga la hermana mayor, a la que quiere mucho y con la que siempre se identifico quizás por ser mujer.

Siendo muy joven caso con un ciudadano chino, aparentemente un hombre mucho mayor que ella. De esto hablo muy poco quizás por la juventud truncada.

Escrito por Leonor Palacios de Gonzalez, hija de Amable Palacios y Arturo Chong, 1994. Ella es la ultima sobreviviente de los hijos de la pareja.

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